La mente de la colmena

El economista Garett Jones publicó ‘Hive Mind. How your nation’s IQ matters so much more than your own’ hace más o menos un lustro. Es ahora cuando le presto atención y decido comentar para los lectores de este blog alguno de sus contenidos. ¿Más vale tarde que nunca?

Garett Jones

Quiero comenzar destacando que es reconfortante percatarse de que desde otras disciplinas observan con respeto e interés (de hecho, con bastante) algunos de los constructos esenciales de la psicología, aunque sea para darle un tinte grupal.

La esencia del ensayo de Jones es que la capacidad cognitiva o intelectual de los países contribuye a entender su prosperidad, y que esa variable psicológica es mucho más relevante para los grupos que para los individuos. Confiesa desde el comienzo de su ensayo que…

“Probablemente, una alta capacidad cognitiva es demasiado importante como para permitirnos ignorarla. Si los educadores y los sanitarios encuentran el modo de incrementar de un modo fiable esa capacidad, aumentará la productividad y la prosperidad donde ahora florecen la pobreza y las enfermedades

(…) los países con los mayores niveles de capacidad cognitiva son ocho veces más prósperos que los países con los menores niveles de capacidad

(…) aumentar el nivel medio de capacidad cognitiva de los países debería convertirse en una prioridad política.”

Hacia esos horizontes se dirigía el post publicado en este foro hace algún tiempo.

¿Por qué es eso así?

Sencillamente porque el principal activo de los países es la mente de los humanos:

“Los test estandarizados de inteligencia no capturan todo lo que sería necesario para delimitar qué es una mente productiva, pero sí nos dicen mucho más de lo que se imaginan.”

Hay una serie de hechos que ayudan a entender por qué esa capacidad cognitiva de los países resulta crucial para su mayor o menor prosperidad:

1.- Los países con mayor capacidad ahorran más, son más austeros y piensan en el futuro.

2.- Los países con mayor capacidad suelen ser más cooperativos.

3.- Los países con mayor capacidad propenden a favorecer las políticas orientadas a los mercados.

4.- Los países con mayor capacidad suelen tener más éxito al servirse de la altamente productiva tecnología basada en el trabajo en equipo.

5.- La tendencia humana a emular a quienes nos rodean multiplica el efecto de los cuatro hechos previos. Es el conocido efecto de la influencia de los iguales (peers).

Al factor general de inteligencia (g) Jones decide cambiarle el nombre y referirse al efecto da Vinci, al que tampoco escapan las habilidades sociales:

“Unas mejores habilidades sociales son simplemente un beneficio más de presentar un mayor CI, y puesto que la economía es un sistema social, esas habilidades sociales serán importantes para entender por qué las naciones con mayor CI suelen ser también más productivas.”

2015_Jones_Hive Mind

Ese efecto da Vinci se generaliza seguidamente de los individuos a los países. Reconoce la investigación pionera del psicólogo Richard Lynn en colaboración con el politólogo Tatu Vanhanen, dada a conocer en su obra publicada hace casi dos décadas (2002): ‘IQ and the Wealth of Nations’. Hasta Bill Gates, comenta Jones, le ha prestado atención a esa obra. Recupera las siguientes palabras del multimillonario:

“Aunque el CI no es una medida perfecta, el dramático efecto que se puede ver en la figura [en la que se representa la relación del CI con las enfermedades a nivel de país] refleja una gigantesca injusticia.”

Es evidente que, como ya subrayó Earl B. Hunt, los datos no tienen que ser perfectos para que nos acerquen algo más a la verdad.

El hecho es que, con las limitaciones que poseen y que deben reconocerse, las estimaciones del CI de los países presentan una correlación prácticamente perfecta con las evaluaciones sobre conocimientos y habilidades (transmitid@s formalmente en las escuelas) que ofrecen PISA, TIMSS y PIRLS. La evidencia que maneja aquí Jones para confirmar la presencia del efecto da Vinci a escala internacional proviene del psicólogo alemán Heiner Rindermann.

Hive Mind

Dedica un capítulo a la mejora de la inteligencia, lugar en el que se puede encontrar la siguiente perla:

“Si el CI es meramente una puntuación con escasa relevancia en el mundo real, entonces se convierte en un derroche de recursos la búsqueda dirigida a averiguar cómo mejoran el CI de los niños el ejercicio físico durante el embarazo, la alimentación de la madre o la leche materna.”

Naturalmente discute el impacto de la educación regular sobre la capacidad cognitiva y llega a conclusiones pesimistas:

Practicar el razonamiento abstracto puede ser mucho más importante que estudiar historia, aprender a deletrear o memorizar la definición de otra palabra poli-silábica.”

Es decir, Jones se percata de que lo relevante es perseguir lo que pretendió (y logró) el ministerio de la inteligencia de Venezuela, además de, siguiendo a Hunt, mimar los factores del ambiente que atentan indudablemente sobre las capacidades cognitivas (p. e. concentraciones insensatas de plomo en sangre, deficiencias de yodo y carencias nutricionales en general).

En el capítulo cuatro destaca una característica esencial de los países más prósperos: son pacientes. Y, ¡oh sorpresa!, los individuos con mayor CI son también más pacientes. El razonamiento humano es falible, pero lo es en menor grado en algunos individuos. Este artículo detalla un ejemplo perfecto que les recomiendo. La evidencia apoya la conclusión de que los países de mayor CI son también más frugales y propenden a pensar en el futuro, huyendo del lema ‘Carpe Diem’.

¿Qué sucede con los países más impacientes?

Jones es bastante claro:

“Llegan a comerse un enorme trozo de sus ingresos para devolverle su deuda a los países pacientes. Hipotecan su futuro al vivir por encima de sus posibilidades durante esas épocas en las que hay dinero barato que los países pacientes ponen a su disposición.”

Es posible que esta historia sea familiar para nosotros los hispanos, pero también para los residentes en USA:

“El gobierno chino y sus bancos soportan la mayor parte de la deuda de los estadounidenses (y conviene recordar que) una deuda pequeña produce alguien endeudado, pero cuando es grande produce un enemigo.”

Carpe Diem

Al meterse en el terreno de la política observa que, en efecto, los países con mayor capacidad cognitiva poseen gobiernos más capacitados para generar riqueza a largo plazo. Considera especialmente importante el hecho de que los gobiernos más capaces poseen el nivel de responsabilidad necesario para atenuar sus ansias recaudatorias a corto plazo y darle cancha a los ciudadanos para que puedan prosperar:

“Si te consta que tus representantes políticos tienen visión de futuro y son pacientes, entonces sospecharás que te permitirán pagar tus impuestos lentamente, devorando en cada bocado solo una pequeña parte del pastel. Si permiten que el pastel se haga más grande, ese pequeño bocado cada vez será más suculento.”

En cambio, ante políticos miopes y voraces los ciudadanos reaccionarán en consecuencia. Es decir, evitarán embarcarse en proyectos a gran escala y se orientarán a actividades que puedan escapar a la mirada de esos devoradores:

Los gobiernos pacientes juegan a largo plazo, y, por tanto, tanto ellos como el sector privado encuentran el modo de que ambos ganen (win-win)

(…) la relación de la capacidad cognitiva con la calidad del gobierno es lo suficientemente sólida como para que deba tenerse en cuenta en cualquier discusión sobre cómo mejorar la gobernanza de un país.”

Los capítulos 8 y 9 se centran en factores relacionados con el trabajo en equipo (O-Ring Theory of Teams):

“Una cadena es tan robusta como el más débil de sus eslabones.”

Esa es una de las poderosas razones por las que las compañías valoran las habilidades de sus empleados. Ese factor es importantísimo para comprender por qué unos países son más prósperos que otros, pero es bastante menos relevante para entender la distancia entre los distintos tipos de empleados dentro de cada uno de esos países. ¿Por qué? Porque hay distintos tipos de ocupaciones que Jones divide en ‘exquisitos’ (Delicate O-Ring Jobs) y ‘a prueba de tontos’ (Foolproof). Ambos son necesarios y demasiada desigualdad salarial generaría una imprudente tensión social.

Al despedirse, reconoce que la capacidad de las élites del país es más relevante que el nivel medio del país. Usa para ello la evidencia acumulada por Rindermann, aunque también podría haber recurrido a lo que se sabe sobre la alta capacidad cognitiva en general.

Y vuelve a insistir en la necesidad de considerar una prioridad nacional el objetivo de aumentar, de mejorar, el nivel cognitivo de la población porque…

“El CI (las habilidades que valora ese indicador global) es seis veces más importante a nivel de país que a nivel de individuo: el CI de tu país es mucho más importante que el tuyo.”

La mente de la colmena, o la inteligencia colectiva, es relevante para entender la mayor o menor prosperidad de esos grupos humanos que identificamos a través del término país.

Ridely estaría de acuerdo, pero Murray algo menos.

En realidad, ni los países son colmenas ni los humanos abejas.

¿O si?

2 respuestas a “La mente de la colmena

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  1. Hola Roberto,

    Tengo una duda porque se habla de que los ejercicios de memoria no mejoran realmente las capacidades cerebrales. Entonces mi pregunta es:

    ¿ Hay alguna manera comprobada de potenciar nuestro cerebro de forma constante y exponencial ?

    Que tengas un buen día 🙂

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