La neurona del factor general de inteligencia (g)

Oliver Bruton ha desarrollado una interesante hipótesis sobre la potencial relevancia de un tipo concreto de neurona para contribuir a mejorar nuestra comprensión del factor general de inteligencia (g) desde la neurociencia.

Sirviéndose de una estimulante perspectiva multidisciplinar, el autor de esa hipótesis se pregunta si la neurona de von Economo (VEN) puede ser el eslabón perdido que conecte la cadena cerebral a las diferencias de inteligencia que se pueden apreciar en los test estandarizados y en las situaciones cotidianas.

Me encanta cómo arranca el artículo que comentaremos aquí:

“Debido a su incomparable capacidad cognitiva, el homo sapiens es la única especie del planeta tierra capaz de construir rascacielos, viajar a la luna, o preguntarse sobre el sentido de la vida.”

Un elocuente modo de visibilizar la enorme relevancia de nuestra inteligencia para entender por qué somos como somos los humanos.

Despeja la duda, desde la primera línea, de por qué debería atraernos poderosamente a los científicos desvelar los secretos de la capacidad que permite hacer esas cosas, como, cabe deducir, fue en su caso.

Aunque el sustrato neurobiológico de g puede ser multifactorial, es decir, que haya muchos factores relevantes implicados, eso no significa que todos ellos se encuentren al mismo nivel de relevancia.

El hecho es que las neuronas VEN son cuatro veces más largas que, por ejemplo, las células piramidales.

¿Cuál puede ser su relación con g?

1.- El hecho de que exista un evidente solapamiento entre las redes cerebrales que conectan regiones que incluyen esas neuronas VEN.

2.- Algunos trastornos mentales conllevan deficiencias en g y en VEN.

3.- Los viejos que se conservan cognitivamente mejor (super-agers) mantienen en plena forma sus VEN.

4.- Otras especies supuestamente inteligentes, en el sentido de que son capaces de resolver determinados problemas, también se caracterizan por esas VEN.

¿Cuáles son las regiones del cerebro en las que se identifica una mayor presencia de neuronas VEN?

La corteza cingulada anterior (ACC), la ínsula anterior, la corteza dorsolateral prefrontal (DLPFC) y la corteza frontopolar medial (FPC). Esas regiones, por cierto, se han asociado con frecuencia a la inteligencia.

Un hecho interesante es que los individuos más inteligentes presentan menores valores de APL (average path lenght) desde el ACC y la ínsula (que actuarían como hubs o nodos centrales) hacia las demás regiones del cerebro. Esa característica podría contribuir a facilitar la transmisión de información entre esas dos regiones y el resto del cerebro.

En cuanto a los trastornos, el autor revisa la esquizofrenia o el autismo, encontrando que las VEN en regiones como la ínsula, poseen un papel relevante para entender el nivel intelectual de esos individuos. Mientras que en los primeros el deterioro cognitivo se concentra en g, en los segundos lo hace en aptitudes y procesos específicos en lugar de en g. Determinados ‘trastornos del cerebro’ que influyen en, o se asocian a, las capacidades mentales, parecen relacionarse con problemáticas vinculadas a las VEN.

Por lo que se refiere a la edad, su análisis se concentra en los llamados ‘super-agers’, es decir, individuos de más de 80 años (de edad cronológica) que presentan una capacidad cognitiva equivalente a la de personas de veinte o treinta años menos. Una faceta de esos super-agers es su preservación de grosor cortical en regiones en las que las VEN son protagonistas, mientras que su ventaja en otras regiones es claramente menos visible.

Al comparar a los humanos con otros animales en las VEN, se subraya que esas neuronas son numerosas en los primeros, pero, además, su densidad es especialmente abundante en determinadas regiones, especialmente frontales, comparativamente con los demás animales. Aunque hay excepciones para el caso de los grandes simios, los elefantes o los cetáceos, en los que las VEN también se concentran en el ACC, la ínsula y la corteza prefrontal.

En la sección 5 de su artículo, Bruton ofrece un marco que pueda contribuir a explicar la relación de g con las VEN. Para ello, primero se refiere a la arquitectura cognitiva mínima. La inteligencia general (g) podría originarse en la variabilidad de un ‘mecanismo básico de procesamiento’ (BPM) que actuaría como un cuello de botella. Algunos individuos (y sus cerebros) serían más eficientes para superar las limitaciones que imponen ese cuello de botella.

¿En qué regiones del cerebro se concentraría ese BPM?

La red que participa usualmente en los distintos retos cognitivos a los que se enfrentan los individuos (one network to rule them all) se construye conectando regiones de la corteza prefrontal (PFC), el cingulado anterior (ACC), la ínsula, y el surco intraparietal. Aunque pueden identificarse distintas redes según las diferentes exigencias cognitivas (verbales, visuales, etc.), habría una red de orden superior que serviría al propósito de la integración. A esa red Bruton decide denominarla PIN (process-invariant network) y correspondería al “modo más parsimonioso, en un sentido metabólico, de organizar un intercambio flexible de información entre regiones sensoriales, asociativas y ejecutivas en una corteza cerebral expansiva.”

¿Cuál es el papel de las VEN en esa PIN (one neuron to bind them)?

“Si la BPM (mecanismo básico de procesamiento) corresponde a la PIN (red cerebral invariante)

Y la eficiencia de la BPM evoca a la inteligencia general

Entonces la eficiencia de la PIN determina g.”

Los ladrillos de g corresponderían a las variables fisiológicas que facilitan la transmisión eficiente de información entre los nodos de la PIN.

Un candidato evidente es la integridad de la materia blanca, pero también la materia gris y, más en concreto, las neuronas VEN de esa materia. Las VEN facilitarían la sincronización ultra-rápida de las oscilaciones neuronales de la PIN. Por su tamaño, los axones de las VEN promoverían una transmisión coordinada. Las VEN podrían considerarse “pacemaker neurons” responsables de las oscilaciones sincronizadas de neuronas. La cosa semejaría eso del small-world. Las VEN de la ínsula y de la ACC se encargarían de promover la coherencia entre regiones de la PIN, lo que contribuiría a incrementar la fiabilidad de la transmisión reduciendo el nivel de ruido neuronal.

Las interacciones frontales-parietales serían fundamentales para la inteligencia. La información multisensorial se integraría en las regiones parietales. El jinete frontal que dirige el caballo necesita el circuito parietal por el que transitar. Desde esa perspectiva, resulta esencial que exista coherencia entre las oscilaciones de las poblaciones neuronales de ambas regiones. Y las VEN, por sus características estructurales y funcionales, promoverían esa coherencia. Las menores exigencias metabólicas de los cerebros de los individuos con mayores niveles de inteligencia para enfrentarse a problemas de complejidad moderada serían congruentes con esa hipótesis. La arquitectura básica de esos individuos facilitaría lograr más a un coste menor.

En suma, las neuronas VEN servirían al propósito de facilitar la coherencia de las oscilaciones entre poblaciones distantes de neuronas, contribuyendo así a un procesamiento eficiente de la información dentro de una red funcionalmente invariante de regiones esenciales (hubs) que correspondería al esqueleto de la cognición.

Por ahora es una pura especulación que requiere contrastarse empíricamente de un modo explícito. Lo que se sabe por el momento se encuentra limitado por el hecho de haber considerado tejidos postmortem de un número reducido de individuos.

¿Qué hacer para someter a análisis la valiente hipótesis de Bruton?

1.- Los individuos de menor g deberían caracterizarse por VEN comprometidas. Por ejemplo, sería revelador explorar las VEN en la ínsula y la ACC en individuos con síndrome de Down.

2.- Las VEN de las regiones frontales deberían proyectarse hacia las regiones parietales relevantes para la PIN, especialmente el surco intraparietal. Esas regiones parietales relevantes también deberían contener poblaciones visibles de neuronas VEN.

3.- También sería relevante estudiar las VEN en personas de distintas edades en relación con su funcionamiento intelectual.

4.- Por supuesto, deberían aprovecharse los estudios con animales, especialmente en aquellos que presentan una visible sofisticación cognitiva, como los grandes simios, los elefantes, los delfines o los cuervos.

Dije que la hipótesis de Bruton es valiente. En efecto, mantener que un tipo de neurona es crucial para entender g desde una perspectiva biológica, cuando un cerebro humano contiene 86 mil millones de neuronas, suena a pura fantasía. Pero eso es lo que se necesita. Valentía para estimular el progreso:

“El hecho de que el número de neuronas en los humanos presente enormes diferencias individuales, aumenta la certeza de que la búsqueda de las neuronas de g nos transportará a una nueva era en la investigación de la inteligencia.”

Estoy de acuerdo.

8 comentarios sobre “La neurona del factor general de inteligencia (g)

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  1. Hoy sí que me quito el sombrero…

    Leí el resúmen acerca de las VEN en la revista Intelligence hace poco… Y supe que antes o después tenía que ver algo al respecto aquí.

    Como buen friki que soy sobre este tema pese a no ser psicólogo (de hecho algunos amigos me han propuesto que estudie psicología) coincido totalmente con las propuestas de investigar a fondo estas neuronas por su potencial importancia. Es decir, pienso que hay que investigar a fondo todo el cerebro por supuesto, y no hay que desmerecer la afectación de habilidades específicas como bien señalas en el caso del autismo (como me ocurre a mi de hecho, habiendo sido diagnosticado de TDAH y TEA y con una aparente capacidad general normal hasta donde he podido averiguar):

    CIV de 95 en el WISC-R a los 14 años (con CIM de 66 y CIT de 78 (discrepancia CIV > CIM estadísticamente significativa NC=99))

    CI compuesto de 102 en el K-BIT a los 31 años, siendo de 98 en la parte de vocabulario y de 110 en la de matrices.

    Resultado de 52 correctas de 60 en el SPM de Raven a los 30 años.

    CI de 95 en el test MATRICES este mismo año, a los 33 años.

    Bonus: CI de 93 en el test del programa «El Gran Test de 2005» que vi hace poco en Youtube y en el que estuviste presente.

    En efecto todo apunta a un nivel de g normal pero algunas dificultades en habilidades específicas.

    Aún así, considero prioritario investigar las neuronas VEN y todo lo relativo a g en el cerebro porque eso también puede beneficiar a aquellos que tenemos dificultades en habilidades concretas como bien señalas en este otro artículo:

    https://robertocolom.wordpress.com/2021/04/16/redes-cerebrales-lesiones-locales-y-estructura-de-la-inteligencia/

    Por último, apuntar que voy a compartir este artículo con mi psicóloga, y también el que te acabo de poner, seguro que le interesa, pues también ha realizado evaluaciones neuropsicológicas.

    Saludos

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      1. Hola Roberto, te dejo la respuesta de mi psicóloga:

        «Con respecto al artículo que me enviaste, me parece una línea interesantísima de investigación, si bien es cierto, todavía me parecen más interesantes los comentarios (como ya me anticipaste). Jajajaja. Me posiciono en una línea algo intermedia, entendiendo perfectamente las argumentaciones tanto de Emilio como de Roberto. No puedo aportar mucho…ya está todo dicho!😉»

        Me gusta que ponga interés en las cosas que le mando: pienso que no tiene por qué hacerlo, por ser una cuestión fuera del contexto de la terapia.

        No sé hasta que punto ello tendrá repercusión en su conocimiento, en su manera de trabajar o incluso, más a largo plazo en la misma Asociación Asperger Madrid… Pero si hay una mínima influencia, me doy con un canto en los dientes. De hecho, es muy buena señal que, en su momento, incluso antes de conocernos, ella insistiese en la asociación con la idea de obtener un WAIS-IV para trabajar con él.

        Saludos

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  2. Soy Emilio Solís. Muy interesante el artículo y el camino de investigación académica que abre. Pero como yo soy un psicólogo profesional, en el ámbito de los recursos humanos, siempre tengo la sensación de que los debates sobre el factor G de la Inteligencia y su efecto en el rendimiento escolar y laboral, o, como este, los debates sobre el soporte neuronal de tal o cual capacidad cognitiva, nos conducen muchas veces a un camino, académicamente muy interesante, pero que no lleva a ninguna parte útil, salvo a la parálisis. ¿Para qué me sirve a mí saber (suponiendo que sea verdad) que el tejido neuronal que posibilita la Inteligencia General sea este tipo de neuronas? Estaría muy bien poder demostrarlo, pero como psicólogos ¿qué nos permitiría hacer para mejorar la IG de las personas ? A lo mejor a los neurólogos les interesa más o a los neurocirujanos, tampoco creo que mucho, pero a los Psicólogos… Yo soy de los que opina que el cerebro no «causa» la conducta, incluidas las conductas cognitivas que integran la IG, más bien al revés, aunque sí posibilita que se puedan producir y sustenta su ejercicio. La gran ventaja competitiva de la especie humana es la Capacidad de Aprendizaje de nuevos comportamientos, cada vez más inteligentes, y que estas conductas vayan implantándose en los circuitos neuronales como hábitos y que crezcan las conexiones entre neuronas y se despliegue toda su plasticidad y potencialidad. La dirección «desde la Conducta al Cerebro» es mucho más enriquecedora que la contraria. Construimos rascacielos porque somos capaces de aprender que cuando el suelo escasea en nuestro habitat una posible solución es construir en altura y de esa forma podemos vivir más personas en un suelo limitado, es decir, nos hemos adaptado al medio.

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    1. Gracias por el comentario, Emilio. La discusión sobre la eventual utilidad del conocimiento se pierde en tiempos remotos y será difícil que nosotros lleguemos actualmente a una respuesta definitiva o aceptable para la mayoría. Los científicos que nos dedicamos al estudio de la inteligencia estamos trabajando duro para alcanzar la meta más relevante, que es averiguar cómo se puede mejorar ese factor psicológico. Si se logrará Hackeando el cerebro o modificando el genoma, no lo sabemos aún. Pero las evidencias que se van acumulando prometen. Algunos psicólogos pueden pensar que eso no va con ellos, pero no todos los psicólogos pensamos así. Opinamos que debemos estar en esa pomada y, además, tener un papel protagonista, en lugar de ser simples espectadores. Y, por supuesto, también pensamos algunos que la conducta es una ‘variable dependiente’ que requiere una explicación. Algunos construyen rascacielos porque pueden. Otros nos limitamos a contemplarlos. Si lo que nos caracteriza es la adaptación al medio, entonces seguiríamos en las cavernas. Un modo alternativo de mirar la cosa es considerar que lo que nos caracteriza es, precisamente, la modificación de ese ambiente para servir a nuestros propósitos. Y esos propósitos, no son conducta. Saludos, RC

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  3. Gracias, Ramón, por tu respuesta. No tiene uno la oportunidad todos los días de intercambiar opiniones con un catedrático, de verdad, te lo agradezco.
    No pretendía debatir sobre la utilidad del conocimiento, sería yo estúpido. Lo que pretendía es cuestionar la utilidad (también podría hacerlo sobre su veracidad) de ciertas creencias más que conocimientos para, principalmente, impulsar el desarrollo de las personas en nuestro campo como Psicólogos. En un seminario de la UAM hace un par de años, yo te escuché una ponencia sobre la Inteligencia como el, casi exclusivo, predictor del desempeño laboral. Volví a los años 70-80. Perfecto. Pasamos tests de inteligencia y podemos saber quién rendirá mucho y quien poco en las organizaciones o en la escuela ¿Sí? ¿Y? ¿Qué hacemos a continuación? ¿Qué decisiones tomamos sobre unos y otros? Ahora se añade la re-moda de que la Inteligencia está en los genes o en el cerebro. Perfecto, está en donde tú quieras. ¿Y? ¿Qué hacemos a continuación? Si yo fuera neurocirujano o genetista loco pensaría opciones que creyera tener. Pero yo como Psicólogo, tendría que renunciar a mi trabajo, no tendría sentido alguno. Mi fe en la Psicología (como profesión) sería vana. Y la tuya como académico en este campo, también.
    Por cierto, la máxima adaptación al medio que ha logrado una especie por selección natural es, precisamente, el salto «cultural» que ha dado el ser humano al ser capaz de adaptarse a cualquier medio MODIFICÁNDOLO y creándolo. No estamos en las cavernas porque somos los mejor adaptados al medio. Lo contrario es un error. Hay que volver a leer a Darwin. 🙂

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    1. Gracias por el comentario, Enrique.
      Nuestro perfil profesional debería ser algo secundario siempre que se pueda argumentar a partir de lo que se sabe en la actualidad. Y el conocimiento pertinente está al alcance de cualquiera que tenga interés por hacerse con él y usarlo para argumentar, sea catedrático, farmacéutico u orientador escolar.
      Un martillo sigue siendo la herramienta más eficiente para clavar un clavo al menos desde la edad media y el sol sale por el este, y se pone por el oeste, desde tiempo inmemorial.
      El hecho de que la capacidad cognitiva general, es decir, la inteligencia, sea actualmente el mejor predictor del desempeño laboral es independiente de que a mi y a ti nos parezca más o menos adecuado. Si se cambiase el criterio, seguramente otros predictores ocuparían su lugar. Un empresario podría decidir, por ejemplo, que el perfil de trabajador ideal, al que le encantaría pagarle una nómina todos los meses, es aquel dispuesto a invertir su horario laboral paseando por la oficina y saludando a los compañeros en lugar de haciendo un estudio de mercado. Perfecto. Pero por ahora no vivimos en ese mundo, al menos que se sepa.
      Y la inteligencia no está en los genes, ni en el cerebro, sino que es resultado, en parte, de nuestro genoma y de nuestro conectoma. Tampoco es una moda. Estamos aprendiendo y procuramos averiguar si eso que aprendemos puede resultarnos de alguna utilidad más allá de mejorar nuestros conocimientos y satisfacer nuestra curiosidad. La neuro-ergonomía está ofreciendo desde hace tiempo hechos bastante sugerentes para mejorar a la clásica ergonomía, por ejemplo. Y es producto de la colaboración de distintos profesionales, psicólogos incluidos. Al menos de algunos psicólogos.
      Pienso que es una equivocación estratégica que los psicólogos nos sintamos amenazados por esos avances (https://robertocolom.wordpress.com/2016/02/05/el-papel-de-la-neurociencia-en-la-psicologia/) y que la tendencia sea al rechazo en lugar de a preguntarse cómo eso puede contribuir a mejorar lo que se hace ahora.
      Puede resultarte estimulante la lectura del último libro de Robert Plomin (https://robertocolom.wordpress.com/2019/07/19/blueprint/) y del siguiente artículo sobre neuroergonomía: https://www.frontiersin.org/articles/10.3389/fnins.2020.00268/full
      Salu2, RC

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